viernes, 30 de mayo de 2008

Crónica informativa

Desalojan a campesinos en Chiapas

Los campesinos mantenían tomada una granja avícola a la que acusan de generar mucha contaminación en la zona


Por María Teresa del Riego


San Cristóbal de las Casas, México (30 de mayo de 2008).-
Elementos de la policía estatal desalojaron ayer violentamente, con disparos y gases lacrimógenos a campesinos de la comunidad Cuauhtémoc, del municipio de Ixtapa.

Los campesinos mantenían tomada una granja avícola a la que acusan de generar mucha contaminación en la zona.

Pobladores del lugar explicaron que hacia las 06:00 horas, unos 200 elementos de la Policía Estatal llegaron a la granja, hicieron disparos al aire y lanzaron gases lacrimógenos en contra de unos 20 campesinos que mantenían resguardada la granja "Las Brisas".

Explicaron que desde febrero pasado, ante los altos índices de contaminación que produce la granja y la falta de una solución por parte de las autoridades, los campesinos decidieron tomar el inmueble y mantienen guardias de 20 personas día y noche.

En el operativo, los policías detuvieron a cuatro de los campesinos Roberto Hernández Hernández, Eucario Pérez Pérez, Juan Pablo Hernández Cruz y Rosalío Rodríguez Ruiz, quienes realizaban una guardia.

En respuesta, los campesinos instalaron un plantón intermitente en la carretera Ixtapa-Chiapa de Corzo, para demandar la liberación de los detenidos e insistir en su demanda de que sean cerradas definitivamente las granjas "San Nicolás" y "Las Brisas", del grupo pecuario San Antonio, que funcionan en las inmediaciones de la comunidad.

Los pobladores explicaron que las granjas se instalaron en los años ochenta, pero fue en los noventa cuando empezaron a causar más contaminación.

Además, los propietarios, al parecer de origen español, instalaron pozos profundos y secaron las fuentes de agua que permitían a los campesinos de la zona tener cultivos de riego.

En entrevista, representantes de los pobladores advirtieron que no se detendrán en su demanda de que se cierren las dos granjas porque la salud de la población, no sólo del ejido Cuauhtémoc sino de otras localidades, está en riesgo.

Indicaron que las autoridades municipales y estatales están al tanto de la situación y han constatado en el lugar los altos índices de contaminación provocados por la actividad de las granjas, y aun así no han hecho nada.

Comentaron también que tras el operativo policiaco, representantes del gobierno del estado les ofrecieron liberar a los cuatro detenidos a cambio de que detengan el movimiento por el cierre de las granjas.

Sin embargo, subrayaron, la decisión de la comunidad está tomada: aunque los cuatro detenidos sean consignados, no cesarán en su demanda.


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http://www.reforma.com/estados/articulo/886578/

Fecha de publicación: 29-May-2008


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Crónica interpretativa

DE BELLAS ARTES AL TOREO

Brinca y corre por entre la gente llevando en la mano derecha una bolsa de Gigante, su camiseta blanca está agujerada en las mangas y los pantalones, que alguna vez fueron verdes, casi alcanzan un tono gris. Tendrá unos ocho o nueve años. Tez morena clara, ojos grandes y obscuros, delgado. Pasa casi todo el día caminando por los vagones.

El mediodía y el cansancio llegan a mí de la mano. Él está sentado con la espalda recargada en la pared cuando lo veo; me mira a los ojos y se levanta ofreciéndome una sonrisa que es correspondida. Se acerca lentamente y saca de la bolsa, con un gesto impredecible, una pala de madera para cocinar que, a juzgar por su aspecto, jamás había sido utilizada.

- ¿Te la presto?

- No, gracias.

- En serio, para que le pegues a tu novio.

- No tengo novio

- Sí, para que le des unas cachetadas.

Su ofrecimiento y risa son sinceros. Me platica que su mamá, cuando está haciendo tortillas y su papá llega borracho, le pega con ‘la masa así, de las que no están hechas’ y otras veces con un sartén en la cabeza, pero aclara que esto pasa sólo cuando él ha bebido. Lo cuenta todo como me hubiera dicho que ha aprendido a andar en bicicleta.

Descubre ante mí su vida cotidiana, hechos comunes y corrientes de su rutina que cualquier sociólogo interpretaría como una evidente consecuencia del machismo mexicano. De sus labios salen las palabras, una tras otra, con ritmo fluido y marcado acento chilango, la sonrisa permanece durante los tres o cuatro minutos que dura nuestra conversación. Insiste en su propuesta, de nuevo lo agradezco, pero no acepto.

La gente entra y sale del vagón con la calma que puede existir en la estación Bellas Artes en un domingo. Se cierran las puertas tras el pitido que anuncia la partida y escucho una voz al fondo: “Buenas tardes, señores pasajeros. Vengo pidiéndoles su ayuda para poder comer (...) ustedes dirán que porqué me la tienen que dar, la verdad es que prefiero estar aquí y pedírselos amablemente a estar en la calle robando. Yo sé que eso es malo y por eso no lo hago (...) si ustedes tienen alguna moneda que puedan darme y que no afecte a su bolsillo yo se los agradezco. Gracias y tengan un buen día’. Al pasar junto a mí, sin perder el contacto visual, atiendo a su petición y por la ternura que ha despertado en mí, acaricio juguetonamente su cabello.

Apenas ha dado tres o cuatro pasos cuando voltea y de golpe empuña el instrumento de cocina y persiste: “¿Segura no quieres que te la preste?, llévatela”. Poco importan las apariencias en el momento e inevitablemente paso de la sonrisa a la carcajada.

El resto de los pasajeros están atentos a nosotros sin observar la dulzura tras su pena y conformidad, ni sus manos endurecidas por el polvo que en realidad eran tan vulnerables como su persona entera. Tampoco encuentran, ni quieren hacerlo, el coraje que hace falta para sensibilizarse sin caer en el asombro falaz; ellos no supieron de los golpes que hay en su casa más allá del sartén y la masa de tortillas, fueron sólo actores distantes e indiferentes ante lo que se presentó en su viaje ese domingo.

**Crónica publicada por la revista En cuentos cercanos de cualquier tipo. Méx, D.F., Abril 2007.